En comparación con otros cultivos, las legumbres tienen una huella reducida de desperdicio alimentario, como se ilustra en el gráfico siguiente. El modelo de Huella del desperdicio de alimentos de la FAO (FWF, por sus siglas en inglés) indica que la contribución de las legumbres al desperdicio total de alimentos -incluyendo la huella de carbono y la huella hídrica azul- es baja en todas las regiones, haciendo de ellas una fuente ecológica de nutrientes clave.
Las legumbres son también altamente eficientes en el uso del agua, especialmente en comparación con otras fuentes de proteína. Por ejemplo, un kg de carne de res cocida requiere 10 veces más cantidad de agua que 1 kg de lentejas.
Las legumbres requieren un procesamiento mínimo y sin refrigeración, lo que limita el consumo de recursos naturales en las etapas finales de la cadena de suministro alimentaria. Debido a su larga conservación, las legumbres se pueden almacenar durante muchos meses y años sin estropearse ni perder valor nutricional. Esto puede reducir la probabilidad de desperdicio alimentario por parte de los consumidores debido al deterioro, y hace de las legumbres en una opción inteligente para los hogares que padecen inseguridad alimentaria.
Sin embargo, la producción de legumbres es menor en la actualidad que la de otros productos básicos, como los cereales, raíces feculentas y hortalizas. Uno de los objetivos del Año Internacional de las Legumbres es concienciar sobre los beneficios de las legumbres y alentar a una mayor producción y consumo de estos cultivos.
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